-¿Alguna vez anduviste sobre cristales rotos?
-Nunca he andado sobre ellos. La sirenita tenía una razón para soportar el dolor que la asolaba a cada paso dado.
-Entonces.. hay algo que no entiendo.
- ¿Qué de todo es lo que no comprendes?
- ¿Por qué caminas con las piernas rotas?
Me quedé un momento en silencio.
-Porque no queda otra que seguir avanzando.
-¿Por qué no lloras? ¿No duele?
-Duele, muchísimo. Duele tanto como caminar sobre brasas ardiendo con clavos en los pies. Duele aunque te arrastres y te dejes las uñas en el suelo. Lloro, claro que lloro. Todo el mundo llora cuando duele.
-Nunca te veo llorar.
-¿No te preocuparías si así fuera?
Silencio otra vez.
-Claro. Pero si te duele y aunque no llores... ¿Por qué no dejas de sonreir? ¿Por qué nadie sabe que caminas con las piernas rotas?
- No puedes detener la marcha de nadie por tus heridas. Hay que avanzar. Solo importa avanzar. Duele mucho y realmente me gustaría pararme, quedarme a un lado del camino. Si sobrevivo bien, sino me sería indiferente. Pero... es como la sirenita. Da igual lo mucho que duela, no queda otra que sonreir y bailar si es necesario.
- No lo entiendo.
Repite.
-¿El qué de todo?
-Nada. No entiendo nada. No entiendo porqué lo haces... No entiendo el afán de seguir caminando solo.
Silencio.
-Nadie puede mover las piernas por ti. Incluso si te alzan en brazos no te moverás del sitio a menos que tu tengas las fuerzas suficientes para hacerlo. Solo tu puedes moverte y caminar.
- No quiero dejarte atrás.
-Hace mucho tiempo que yo estoy estancado aqui... no me dejas atrás, yo sigo avanzando.
-Pero el dolor...¿No se te hace insoportable?
-Mucho. Es terrible.
-Sigo sin entender nada.
-Es comprensible...yo tampoco lo entiendo.
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