Un frío sentimiento que agarra mi garganta
me estrangula hasta apagar mi voz
Un espejo roto que no refleja
ni mis lágrimas ni mi dolor
Helada tormenta que me congela
paraliza mis sentidos y emociones
me convierte en una estatua
vulgar y pobre
Grietas, desconches, roturas
en la piel de yeso barato
y dentro el hielo se funde
por la rabia quemado.
A los pies de la estatua
un gran lago oscuro y turbio
agua estancada y pútrida
incapaz de reflejar nada
En mi interior un viento helado
una llama vibrante y dañina
de color púrpura y granate
Mi piel de yeso desconchada, se pela y se deshace
¿Quién querría una estatua
sin colores vivos ni apagados
con la piel cayéndose a jirones
y rodeada por un charco?
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