La oscuridad había empezado a formar parte de su vida, las cadenas chocaron provocando un fuerte chirrido, éste hizo daño en sus oídos. Estaba cansada. No tenía sentido replicar, era una prisionera de guerra, sin derechos. Irónico pensar que aunque su propósito desde el principio había sido el ayudar a los aliados no dejaba de ser, a los ojos de ellos, un enemigo más, demasiado fuerte para controlarlo.
La puerta se abrió y quedó cegada por la intensa luz del sol, aquella que hacía tiempo que no veía. Creyó que la figura que se mostraba ante ella era un ángel, un hermoso ángel que había venido a buscarla para llevarla con él, al cielo.
Quiso decir algo pero las finas manos la tomaron el rostro y sus profundos ojos claros la miraron, quedó sin palabras ante la pálida piel del ser celestial.
-Mira lo que te han hecho, Luna- Su voz sonó suave y dulce, con alguna pincelada de tristeza. Aquel sonido la hacía sentir tranquila, como si esa voz ya la hubiera escuchado antes.
Notó como sus muñecas se liberaban y cayó al suelo, vio el rostro del ángel borroso, se elevó como si flotase pero en realidad sólo la había cogido en brazos. Él apartó el cabello que le tapaba el sucio rostro y sonrió.
-Ya estoy aquí-
Ella le rodeó con sus cansados brazos como pudo, abrazándole. Él acarició sus cabellos mientras ella lloraba. El monje no dijo nada, dejó que se desahogara mientras la apretaba contra su pecho.
-Cristian…-
El rubio posó un dedo sobre sus labios y sonrió tristemente. Se levantó con ella en brazos, tambaleándose por unos instantes antes de recobrar el equilibrio.
-No hables…-Caminó hacia la potente Luz que la cegaba, la luz del sol que bañaba su rostro tras largo tiempo.- Voy a curarte esas heridas tan feas… y luego…-
Le besó con suavidad la frente y la acomodó en sus brazos para que las heridas no se abrieran, para que no sintiese más dolor del necesario.
-Iremos a casa.-
La princesa le miró entristecida, notó los cabellos del monje acariciando su casi insensible rostro, enmarcando el serio y blanco rostro del rubio.
-Nunca he tenido casa…- Susurró débilmente.
Él negó con la cabeza levemente mientras cubría con su capa el pequeño cuerpo que sostenía, apoyó su frente sobre la de la niña mientras sonreía.
-Será a la que construyamos juntos…-
Ella sonrió cerrando los ojos, cayendo en un sueño profundo que le permitiría descansar todas las noches que no pudo dormir. Él la observó durante unos minutos antes de subirse al carro que esperaba fuera, sin soltarla en ningún momento.
-Un hogar para nosotros…-
aer... por parte
ResponderEliminaral principio quede un poco confundido respecto a eso de que a los ojos de los aliados era una enemiga mas, lo comprendi al recordar la historia
estuvo bueno, un tanto forzado al inicio pero se destrabo rapidamente
aun tengo ganas de ver el final alternativo donde nunca se conocen luna y cristian, el final anticrilu :ninja:
Vale eso, si se me ocurre algo mas te lo dire despué