Capitulo 29: In memoriam

La ventana estaba abierta, como muchas noches, el aire me acaricia la cara, esto me recuerda algo, aunque realmente, no es un recuerdo mío

“Últimamente llegas tarde”

Su voz resonó en mi cabeza, si… lo recuerda, lo recuerdo… lo imagino.

La habitación permanecía en silencio, la ventana permanecía de par en par y ella…ella esperaba… Le esperaba a él. Tumbada mirando alguna mancha inexistente del techo, le escuchó cerrando la ventana y se incorporó.

“Últimamente llegas tarde”

Su voz permaneció fría, lejana, como si realmente no estuviera allí. Le observó acercarse y Grace apoyó la espalda en el cabecero.

“Discúlpeme señorita, últimamente a mi amo le cuesta dormir”

Mi ama torció la boca. No le importaba en absoluto el motivo por el cual se había retrasado, el caso es…que no había llegado a tiempo. Estiró la mano y tiró del lazo que sostenía su cabello, deshaciéndolo y dejando que el pelo aguamarina cayera sobre sus hombros. Se colocó las gafas sobre el tabique nasal.

“¿De qué quiere hablar hoy, señorita Sylvester?”

Abrió los ojos y sus grises orbes se clavaron en los rojizos del otro. El demonio sonrió con aquella cínica y amplia curva que se formaba en sus labios. Ella jugó con el flequillo que le tapaba la frente.

“Háblame de la muerte”

Sebastian suspiró y pidió permiso para sentarse a su lado, Grace asintió concediéndoselo con la mirada.

“¿Qué es lo que quiere saber?”

Agitó la cabeza.

“¿Cómo es que te quiten el alma?”

Pareció meditar unos instantes y ladeó la cabeza.

“¿Por qué no se lo pregunta usted a su sirviente?”

Negó, una y otra vez, insistiendo en preguntárselo a él.

Los recuerdos de mi ama son confusos y caóticos. ¿Cómo es que sus recuerdos ahora, forman parte de los mios?

“¿Estaba realmente enamorada de mi?”

Sebastian me visitaba, aún no se por qué, pero en estos momentos ese maldito demonio de tres al cuarto suele aparecer para tocarme las narices.

“Eso es lo que te quiso hacer creer”

Le miro y frunzo el ceño, molesto, aprieto los puños- Quiero golpearle y sacarle las entrañas.

“Cállate”

Él sonríe.

“Eres un estúpido, Noah”

Gruño

“Ella me amaba”

Se ríe

“Eres libre de creer lo que quieras”

Me levanto y mi mirada le atraviesa.

“¿Qué quieres decir con eso?”

Para de reir para mirarme con malicia, relamiéndose los labios,

“Solo buscaba placer, como todas”

Las uñas atraviesan la piel de mis manos, sangro

“Te equivocas…ella…ella era especial”