
El sonido del órgano palpitaba en una triste melodía, sus dedos se posaban en el teclado con delicadeza, con maestría unía las notas formando lo que ella llamaba “El réquiem por un ángel”. La lentitud se mantenía constante en un baile sutil de lágrimas que hacían las veces de claves, no recordaba cuantas veces había tocado aquella melodía pero sus dedos no se detenían, seguían en un acompasado ritmo que manejaba su corazón.
Los acordes se apiñaban formando una única melodía que haría saltar las lágrimas de aquellos que la escuchasen, pero por desgracia no había nadie para apreciar aquel sufrimiento.
Suspiró cuando volvió a comenzar de nuevo la melodía, que se tornaba cada vez más rápida al igual que su acelerado pulso, de pronto una nota rompió la armonía de la canción, su dedo se había posado en la tecla equivocada y aquel sonido destrozó el ritmo entristecido del “Réquiem por un ángel”
No había remedio, comenzó de nuevo la melodía pero volvió aquel acorde que dejaba de funcionar, suspiró con pesadez mientras dejaba caer sus manos sobre el teclado del pequeño órgano portátil y la mezcla resultó irritante, sonó como un gato apedreado que luego seguía maullando pidiendo misericordia
Estaba claro que no era su día, en realidad nunca había sido su día pero aguantaba lo que le echasen de comer al pequeño plato de cobre que yacía a sus pies, pocas monedas habían bailado en su superficie y pocas lo harían ya, el sol se ponía y anochecía con una lentitud tortuosa.
Dio la última nota y sopló sobre las teclas llenas de polvo, seguidamente decidió guardar su instrumento viendo que no habría más recaudación, el chasquido que hicieron las patas de apoyo fue seguido de una pronunciada bajada hasta llegar a la caja de madera, cerró la tapa con algo de torpeza y cogió el par de monedas que reposaban en el platillo, se las guardó en su chaqueta de fieltro negruzco, aunque estaba desteñido por el paso del tiempo.
Se apartó un poco el cabello, lacio y negro, dejándolo detrás de su oreja y se cargó con el pesado instrumento comenzando el regreso a ninguna parte. El parque estaba tranquilo y el lago se veía sereno, el sol se ponía en el horizonte y mostraba el agua como un preciado presente.
No lo pensó dos veces, se acercó al agua con paso lento y poco a poco se fue hundiendo, la caja dejó de pesar y la dejó hundirse en el fondo del lago, ella siguió avanzando hasta que finalmente se vio hundida, el aire abandonaba sus pulmones lentamente pero no parecía importarle, cerró los ojos y se dejó arrastrar por la corriente de sus latidos que poco después se detuvieron en seco.
Y ya no quedó nada más que el cuerpo de la muchacha flotando en el agua de aquel lago en la orilla de un pequeño pueblo y su pequeño órgano portátil encallado en el fondo del agua. Ya no se volvería a oír, la triste melodía titulada…”Réquiem por un ángel”
dos cosas
ResponderEliminarse me hace conocido el relato, no recuerdo pero parece que ya me lo habia mostrado
de lo otro ya me arrepenti,asi que solo lo primero vale
eso~