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Bienvenidos a mi blog de literatura. Todos los personajes de los respectivos fanfics pertenecen a sus respectivos autores y yo solo los tomo prestados, a excepción de los originales creados por mi. Espero disfruten leyéndolo tanto como yo lo estoy haciendo cuando lo escribo. Por favor, no se olviden de comentar las entradas! Gracias!

lunes, 21 de marzo de 2011

Capítulo 3: Cómo conseguir un reloj de plata

¡El examen! Recuerdo haber gritado y después de mirar el reloj me asusté de sobre manera, ¡Si no me daba prisa llegaría tarde!

A penas pude vestirme en condiciones, corrí escaleras abajo todo lo rápido que mis piernas pudieron. Pasé por delante de Ezer y le vi sonreír de manera maliciosa.

-¿No desayunas?-Dijo y pasó la hoja del periódico que estaba leyendo.

-¿¡Por qué no me has despertado!?-Pregunté con voz chillona.- ¡Llego tarde!

-Estabas tan mona durmiendo…- Dijo sarcástico y me miró durante unos minutos.- ¿Qué haces todavía ahí? Deberías haberte ido ya.

Reaccioné y pataleé antes de precipitarme calle abajo, gracias al cielo no sufrí grandes daños y pude seguir mi camino sin mayor percance.

El edificio resplandecía bajo la luz del sol y me dejó maravillada, por unos instantes me olvidé del tiempo hasta que el reloj tocó la hora en punto. ¡La puerta! ¡La puerta se estaba cerrando!

Más parecía que acababa de hacer la maratón que entrando “tranquilamente” a un examen que, francamente, definiría mi futuro.

Cogí aire mientras me dirigía a la mesa donde me sentaría, me extrañó ver cuatro folios con diez preguntas distintas en cada uno.

-¿Y esto?-Me dije en voz alta y noté todas las miradas sobre mi, mi cara pasó de canela a tomate en un microsegundo.-Perdón…-

¡Tonta que era! Había que seleccionar uno y lo ponía claramente en todas las hojas. Me decanté sino por el más difícil quizás por el más largo.

Vi la hoja en blanco, y pensé. Cuatro preguntas cortas, un tema a desarrollar, una esquematización y una relación de conceptos. Total: 7 preguntas. Tiempo requerido: Dos horas y media.

Tardaban bastante tiempo en corregir los exámenes y yo estaba que me subía por las paredes, me froté las manos y miré al cielo. ¡Por la santa alquimia, Qué mal me había salido!

Quería tomar algo que me hiciese entrar en calor y ¡Bingo! Justo en frente había una cafetería. Me acerqué-primero mirando si llevaba dinero- y entré. Estaba prácticamente vacía pero el olor a café y el aire caliente del radiador me hicieron quedarme.

Me senté el la barra y le sonreí al camarero que se sonrojó ligeramente.

-¿Qué le pongo, señorita?-Me dijo y se rascó la nuca desviando ligeramente la mirada.

-¿Café?-Pregunté yo sin borrar la sonrisa.-Descafeinado.

De pronto, entró alguien, se sentó a mi lado y levantó una mano, llamando al camarero. Noté que se quedaba mirándome durante un rato pero yo no dije nada, no le conocía, al menos no recordaba conocerlo.

Lo que me llamó fue su voz, esa voz la reconocía, de pronto me empezó a doler la cabeza, la ladeé. La habría escuchado alguna vez por la calle. Me levanté dejando el dinero sobre el mostrador.

Los resultados ya estaban puestos en el tablón de anuncios y el corazón me dio un vuelco… ¡Un 9.5! No me lo podía creer, hasta que llegó el momento de la entrevista personal mis mayores nervios habían sido el haber desentonado tanto.

Debían ir con prisas puesto que a todos los aprobados nos comunicaron que deberían presentarse para la segunda parte de la prueba, la entrevista.

Por un momento, recé para que no hubiese aquel examen médico que tanto me asustaba. ¡Los alquimistas nacionales no podían llevar implantes mecánicos en zonas blandas!

Pero gracias al cielo fui la primera en entrar y el médico aún no había llegado. ¡De buena me había librado!

Me senté en la banqueta sin preguntar tan siquiera. No miré a los que estaban sentados enfrente, estaba tan concentrada en cómo responder que no me di cuenta de que uno de ellos era el hombre de la cafetería.

-Bien…-Dijo otra vez aquella voz y mis músculos se tensaron.- ¿Qué motivos te llevan a querer entrar en el cuerpo de alquimistas nacionales?-

-La verdad, señor.-Dijo pero fui incapaz de levantar la mirada.- Quiero servir al pueblo con mis habilidades.

-Está bien…-Dijo después de un rato en silencio- Nos vemos en la prueba de actitudes-

¿Ya está? ¿Eso era todo? Me levanté tambaleante aún por la confusión. Salí del lugar y al llegar al patio salté, grité y me dejé llevar por la euforia por unos intensos momentos.

Rebusqué en mi corsé y saqué el pequeño ventilador de él. Ya quedaba poco para dar un vuelco a la alquimia.

Ezer me tomó de los hombros y apretó para llamar mi atención.

-¡Ah!-Exclamé, aquello me había dolido-¿Qué haces aquí?-

-Trabajo aquí.-Sentenció sonriendo.- ¿Qué tal te está yendo?-

-Ha sido raro.-Dije pensativa.-Pero me siento alegre de que solo me quede la prueba de actitud.-

-Espero que el campo de entrenamiento no acabe como el desván de mi casa.-

Se rió y yo fruncí el ceño, pataleé enfadada y lo golpeé con todas mis fuerzas, él sonrió mientras se sobaba el lugar donde le había golpeado.

-Buen gancho.-Dijo y miró el edificio.- Prepárate porque te voy a estar observando durante toda la prueba.-Me guiñó un ojo y sacudió la mano.- No la pifies.

Yo le observé mientras se iba y luego me acerqué al campo de entrenamiento dónde se celebraría la prueba, estábamos mi soledad y yo. Me quedé tan ensimismada mirando el ventilador hasta que comenzó a caer la tarde, de pronto me di cuenta de que la prueba estaba empezando.

-Su turno, señorita.- La sombra de aquél hombre me cubrió. Era tan grande y musculoso que me quedé en estado de shock por un momento.

-Ah…-Me había quedado en blanco, recuerdo que me coloqué en medio de la “pista”-Yo…

Choqué mis palmas y el aire comenzó a soplar violentamente hasta convertirse en un gran tornado que arrasó no solo con las construcciones que los alquimistas anteriores sino que comenzó a levantar el suelo, separé las palmas y el aire dejó de soplar dejando caer todo aquello que había levantado.

Oí la exclamación por parte de los alquimistas que se encontraban allí. ¿Tan bien lo había hecho?

Ezer se levantó y miró a Coronel General que asintió, se acercó con paso solemne y me lo entregó. Tomé el reloj de plata entre mis manos y salté y chillé.

-¡Un control del aire impresionante!-Dijo Ezer.-Nos veremos el lunes.-

Y ahí estaba yo, como una niña pequeña gritando y saltando de un lado a otro. ¡Había superado la prueba, ya era oficialmente una alquimista nacional!


1 comentario:

  1. ya quiero ver como seran los nuevos capis cuando llegue la hora :zippy:

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