(WARNING: No recomendado para menores de 16 años)
Como todas las noches, la ventana permanece abierta, cuándo él venga la cerrará como siempre. Será la señal que me indique que ha llegado.
Hoy estoy desvelada, hiperactiva. Oigo pasos en el pasillo, la puerta se abre lentamente y veo borrosa la luz del calendabro. Se acerca a la cabecera de la cama y veo su creciente sonrisa.
“Te has retrasado”
Oigo mi voz con cierto retardo y retumba en mis tímpanos. Deja el calendabro sobre la mesilla de noche.
“Discúlpeme, señorita, tuve que encargarme de algo antes de poder venir”
Me levanto y murmuro palabras in entendibles, frunzo el ceño. Hoy no ha sido mi mejor día y por lo que pronostico la noche tampoco va a ir mejor.
“Entiendo”
No, no lo entiendo, pero te da igual eso ¿Verdad? No quieres saberlo, después de todo yo soy la “otra”, no soy tu ama.
“Déjeme enmendar mi falta, señorita Grace”
Por un momento me he perdido en mis pensamientos, tus labios me hacen despertar y precipitarme de golpe a la realidad. Me besas el cuello con lentitud y un escalofrío recorre mi espina dorsal, noto mis mejillas arder. Toco tus cabellos y aprieto un poco tu cabeza hacia atrás, intentando apartarte. Noto tus dientes clavarse en mi piel y tu lengua recoger mi sangre. Yo suspiro.
“Se-Sebastián… apártate”
No haces caso, sigues con lo que se supone que estés haciendo, tus guantes caen al suelo y tus manos apartan mi cabello, suelto y despeinado. Tus dedos rozan mi nuca, están fríos. Un escalofrío recorre mi espalda y mis labios se entreabren, al igual que mis ojos.
“Realmente no le desagrada, ¿No es cierto?”
Murmuras contra mi oído, tu voz suena burlesca, tus osadas manos acarician mi cuerpo por encima de la tela del camisón. Mis mejillas se sonrojan, tus manos se mueven, su roce es placentero, no puedo negarlo.
“No…”
Miento, tú lo sabes y yo lo sé, pero me sigues el juego. Me giras el rostro y tus ojos rojos se concentran en los míos. Tu sonrisa se ensancha. Me siento como una muñeca en tus manos, quedas sobre mí y la cabeza se me hunde en la almohada.
“Se ve tan inocente. Esa inocencia que no posee es tan excitante, señorita Grace…”
Le miro confusa, se agacha y muerde mis labios. Realmente no sé qué debo hacer ni que debo decir. Me quedo estática y pareces frustrarte. Buscas a tientas el final del camisón y lo elevas rozando las yemas de tus dedos contra mi piel.
“No se quede como una muñeca, siendo de carne y hueso es más divertido”
Retiras la molesta tela y me observas, pareces enorme desde mi perspectiva, tus manos vuelven a mi piel, acarician mi estómago y suben donde la piel se torna más sensible y rosada, aprietas, sintiéndolo. Me pellizcas. Yo abro los ojos y tú vuelves a mis labios, no puedo hablar. No me dejas.
Oigo un ruido y la puerta se abre pero tú… no te inmutas y sigues. Bajas por mi mandíbula con tus labios y tu lengua.
“Seba-Sebastián”
Sonríes y recorres mi figura con tus manos, hace calor. Hace mucho calor. De pronto la luz se torna más y más suave hasta que un soplido acaba con su vida y le veo. Te veo Noah y me avergüenzo de la situación en la que me encuentro pero tú, Noah, pareces tomarlo como un desafío por parte de Sebastián. ¿Qué es lo que se te pasa por la mente?
“Jugando de ésta manera y no me avisáis… ¡Qué desconsiderados!”
Sebastián solo te mira y vuelven a saltar chispas, quiero decir algo, terminar la situación pero el mayordomo ajeno a tocado algo demasiado sensible y me hace gritar. Noah, ríes divertido y te acercas, rozando mis labios con los tuyos, besándome.
“Aún puedes unirte al juego…”
tuvo bueno, quiza un poco mas largo la parte sebastian-grace pero bueh
ResponderEliminarespero que haya continuacion sipo, y que no hagas salto de tiempo ahora D: