No imaginaba lo que ocurriría al dejar la ventana abierta tal y como Noah me había dicho, pero confié en él. Las sábanas estaban calientes como todas las noches y me hundí en ellas. Fue bien entrada la noche, cuando su cálido aliento acarició mi mejilla, el tacto de los guantes tocándome el hombro me hizo estremecer y darme cuenta de que alguien me estaba llamando.
“Noah es tarde…”
Digo sin abrir los ojos, otra vez aquel contacto, su seductora voz me sacó el sueño a patadas.
“Me temo que se equivoca de persona…”
Sus ojos me devoran, rojos como la sangre me miran, la cama se hunde ligeramente y yo abro los ojos, mirándole. A penas había cinco centímetros entre nuestros rostros.
“Sebastián… ¿Qué ha…”
No me dio tiempo a contestar, él se adelantó.
“Fue usted quién quería que estuviese aquí. ¿O me equivoco?”
No se que has hecho Noah, no tengo la más mínima idea pero debo decir que tengo que recompensarte de alguna manera.
“No…”
Murmuro, y él muestra la más falsa de sus sonrisas. Fascinante.
“Siempre y cuando mi amo no me requiera en las noches, me ocuparé de complacer a la señorita Grace en lo que me pida”
Su voz es excitante, su aliento choca contra mis labios. ¿Cuándo se ha colocado en esa posición? Noto su peso sobre mi, su mano me acaricia la mejilla.
“¿Cómo estás haciendo esto?”
Pregunto pero realmente no me importa, solo es una excusa para desviar tu atención de mí, de mis ojos.
“No se preocupe por eso, no debería importarle algo que no la incumbe”
Realmente si me incumbe, ambos lo sabemos pero no quieres retrasar más esto. Espera ¿Qué es concretamente “esto”? Te acercas y me hundo en la almohada. No es que no te quiera ver, Sebastián. Es que me intimidas un poco.
“¿Acaso le doy miedo, señorita?”
No me das miedo, lo sabes, pero tu sonrisa burlona me provoca. ¿También tratas así a tu maestro? Eres un demonio interesante.
“Me intimidas”
Contesto, directa y afilada como una espada. Ries suavemente mientras te acercas aún más, la distancia entre nosotros es prácticamente nula.
“¿La intimido? ¿En serio?”
Asiento ligeramente y desvío mi mirada. ¿ Por qué hace tanto calor de pronto? Está claro que eres un demonio. ¿Estás intentando seducirme?
“No quiero que estés aquí por esto”
Pareces confundido, te apartas levemente sin dejar de mirarme, tus facciones pasan de una mueca divertida y seductora a una seria.
“¿Entonces, señorita? ¿Qué es lo que quiere?”
Nuestros ojos se funden entre ellos, como una conexión. Es extraño, diría que extravagante también, una relación extravagante.
“Te quiero a ti, pero no para esto”
Pareces todavía más consternado, no te quiero para esto. Si fuese por eso. ¿No crees que ya tendría a Noah?
“Es usted extraña señorita”
Junto mis labios a los tuyos, pero no en un beso, nuestros alientos se mezclan mientras nuestras miradas se funden.
“No puedes imaginar cuánto… Sebastián”
ya veo... supongo que el "no te amo, solo te quiero para mi" es aplica en este caso~
ResponderEliminar