Saludos!

Bienvenidos a mi blog de literatura. Todos los personajes de los respectivos fanfics pertenecen a sus respectivos autores y yo solo los tomo prestados, a excepción de los originales creados por mi. Espero disfruten leyéndolo tanto como yo lo estoy haciendo cuando lo escribo. Por favor, no se olviden de comentar las entradas! Gracias!

domingo, 31 de julio de 2011

Capítulo 27: La humanidad del demonio

"Tan lejos ha quedado nuestra historia, lo siento mi señora, si pudiera llorar vuestra pérdida lo haría, pero a un demonio no se le permite derramar lágrimas pues como podréis adivinar no tenemos alma.

Os veis pálida, marchita y mustia, pero en vuestro rostro se muestra el terso mármol sin arrugas con el que se ha esculpido la muerte. Me siento repugnante, como la vulgar rata que corretea por los rincones de una despensa sin limpiar.

A penas pesáis, sois ligera como una pluma de cisne pero una carga más pesada que el plomo sobre mi putrefacto espíritu, si es que lo tuviera.

Ningún estante es el idóneo para una muñeca de porcelana como vos… yo soy el responsable de esta tragedia, fui yo quién te ha matado y ni aunque pasen mil años podré perdonarme tal atentado contra la belleza y la bondad en el mundo.

Mi señora… Desearía poder dormir para tener así la esperanza de que esto sea un sueño, una terrible pesadilla de la que algún día despertaré, sin embargo… no tengo el lujo de tener esperanza, ese es un sentimiento humano…un hermoso sentimiento de los hombres.

Tal vez me estoy ablandando, por vos mi señora, tal vez mi corazón se regenera y deje el infierno atrás, sus llamas se apaguen cuando recuerde tus lágrimas caer a tu muerte, lágrimas que harán derramar las mías si estas pudieran brotar de mis ojos.

Los demonios nunca han llorado, nunca habrían podido sentir la pena y el odio que me embargan, hasta la última célula de mi piel.

Hasta este momento nunca había sentido dolor ninguno, es ahora cuando comprendo, lo que significa ser demonio y porqué es un castigo. Mi pequeña muñeca de porcelana, tus labios están pálidos, las gafas son adorno inútil en tus grises orbes, ahora cerrados como ostras guardando la más bella de las perlas.

Si pudiera mi alma se hubiese quebrado nada más tragar la tuya, mi señora… desearía cambiarme por vos este momento y sentir yo la rigidez y frialdad en mis músculos, la oscuridad de la muerte acariciándome de nuevo, una vez más…solo para reunirme en la nada con vos.

He vivido siglos y guerras, el mar y la ventisca, la soledad, la melancolía que sólo tus manos fueron capaz de borrar y ahora… ya no te mueves…realmente te has convertido en una muñeca de porcelana y mármol.”

Poso tu cuerpo sobre el fondo de piedra del ataúd, de tu lugar de descanso eterno. Aparto el cabello que cae revuelto sobre tu frente y siento ganas de llorar, aunque no puedo hacerlo. Una rosa blanca reposa en tus manos, tus delicadas y dulces manos…

“Soy el gusano señora que se ha comido tu cuerpo, tu vida fue arrebatada por mí, ni el gran William Shakespeare plasmaría con exactitud lo que siento ahora, un dolor tan punzante que supera al de una espada, que supera al veneno más lento y mortífero…

Su cabello siempre me ha recordado las ondulantes olas marinas, que despiertan y chocan contra la roca para formar la más bella espuma…pero el mar de tu cabeza está yerto como vos, nada de ti rebosa vida ni siquiera el amargo sabor que me has dejado en los labios tras tan preciado bocado.

¿Es amor lo que convoca mi pecho? ¿Es por eso por lo que noto mis mejillas húmedas de la sangre que no debí derramar en vida?

My Lady, mi dama…mí amada… habría de pasar la eternidad junto a tu cuerpo y debilitarme, morir… pero matar a un demonio es difícil, incluso yo no sabría hacerlo.

El pecho me arde, tengo miedo…puedo decírselo porque ya no me escucha…mi señora tengo miedo… porque no volveré a escuchar su voz pidiendo el silencio que la apasionaba, miedo de que sus manos no vuelvan a golpearme, me horroriza no poder volver a ver tu sonrisa…

Mi señora lo daría todo por esa curva…solo por esa…

¿Cómo pudiste rendir tu corazón a tal engendro? ¿A tal monstruo capaz de arrebatarte la sonrisa y la vida? ¿De amarme a mi…?”

Te miro por ultima vez y beso tus labios por un instante que quedan rojos de la sangre que bañan mis mejillas, tal vez esté llorando por vos…aunque un demonio no llore… ¿Me estaré volviendo más humano? Solo con este discurso de despedida demuestro que ando desbocado del camino hacia el infierno.

Antes de cerrar la lápida te observo y susurro casi para mi mismo, sé que no puedes escucharme.

“My lady…espero que puedas perdonarme…porque yo nunca podré conocer ese perdón…”

1 comentario: