Capítulo 25: La cazadora

Llevo años buscándote, maldito desgraciado, años dedicando mi existencia a la caza de criatura como tú. Pero eso no te preocupa, no tienes miedo de una humana. ¡Já! Si fuera tan fácil…

“Maldito despojo del mundo”

Gruño y sigo caminando, estas odiosas ruinas me entorpecen, preparo la ballesta. Si, soy muy clásica, pero esta flecha atravesará tu podrido corazón y te matará, estoy segura. Una piedra rueda y cae al agua del río que nos rodea, atrás solo hay bosque y más ruinas, estás en medio del campo de rosas, no tienes escapatoria.

El agua me ha salpicado la ropa pero no me importa, tengo mi único ojo clavado en ti, asquerosa rata. Compruebo la tensión de la ballesta, está dispuesta a disparar en cuanto apriete el mecanismo. Vas a morir.

Sientes mi presencia, lo sé, pero no me importa, no voy a huir a estas alturas. ¡En nombre de Dios voy a eliminarte de mi camino! Distraigo mi atención a las ruinosas paredes, tal vez puedo hacer un tiro certero a tu pecho si me subo en una… ¿No crees que será divertido?

Pero me ves, te giras y me miras fijamente, clavando tus impuros y dorados ojos en mí. Por alguna extraña razón me sonríes amablemente, deberías tener miedo, no estar feliz de mi compañía.

Observó las rosas a tu alrededor y veo el cuerpo tendido de una niña. ¡Una niña! ¡Maldito psicópata! ¡Has usado una niña para cumplir tus insaciables instintos!

Mi cuerpo se tensa y tu sonrisa se hace más amplia, no se porqué, pero estoy temblando, se me ha helado el cuerpo y parte del alma con esa extraña mueca. Casi suelto la ballesta.

“Di…tu ultimo deseo”

Ríes estruendosamente y yo arqueo una ceja, he tartamudeado, pero creía haberme mantenido firme.

“¿Por qué debería decírselo a usted señorita…?”

Me había hipnotizado por un instante, ese grácil movimiento de muñeca me incitó a completar la frase.

“Diane Hunter”

Asintió levemente y chasqueó los dedos, como pidiéndome que contestase a esa pregunta.

“Porque hoy morirás”

Volvió a reír y yo me sentí confundida. No lo estaba diciendo en broma. Apunté con la ballesta a su pecho amenazante pero aquél gesto parecía divertirle aún más, fruncí el ceño e instantes después accioné la ballesta.

Él no hizo ademán de apartarse o cogerla, dejó que atravesase su pecho, limpia y certera. Mortífera.

El impacto le hizo caer hacia atrás y le vi chorreando en sangre, tras unos minutos sonreí orgullosa de mi trabajo y me colgué la ballesta al hombro dispuesta a dar media vuelta e irme, pero el hombre- Si es que lo puedo llamar así- se levantó.

Perpleja descolgué rápidamente el arma pero se cayó al suelo y él se acercó. Antes de que mis manos la rozasen la había aplastado con un pie.

“Oh, señorita, que ingenua”

Tragué saliva mientras veía a aquel monstruo arrancarse sin miramientos la flecha del pecho. Ahora era yo la que estaba en problemas.

“Deberías estar muerto, maldito vampiro”

Aquello debió hacerle mucha gracia porque se echó a reír de nuevo, la herida se había cerrado para mi asombro.

“Lo estaría si fuese un “Vampiro” como usted dice, Madame Hunter”

Abrí los ojos, mientras observaba paralizada como cargaba el cadáver a su hombro y se alejaba elegante, grácil.

“¿Qué demonios…?”

Él sonrió observándome fijamente asintiendo.

“Exactamente, no soy un vampiro…soy un demonio…”

Y se fue, dejándome sola con las rosas y el río. Un demonio… ¿Cómo no se me había ocurrido eso? Por eso no iba a morir por una simple flecha en el pecho. Tragué saliva, me daba igual si fuese un demonio, un ángel o el mismo papa. Iba a morir.

“Morirás…como que me llamo…Diane Hunter”